De política, niños y maldad.
- Categories Bachillerato, Blog, Colegio, Educación, Investigación, Laureles-noticias, Preescolar, Primaria, Robótica, Semillero
- Date 3 abril, 2018
- Comments 0 comment
Pensar en política por estos días es pensar en maldad.
Porque inmediatamente se nos bate la cabeza con leves choques cerebrales que nos arrojan toda una avalancha mediática de memes, chistes de candidatos y de los electores.
¿Información?, ¿verdad? O más bien desinformación, paralización, venganza, manipulación por doquier… aman ver crecer la maldad.
El señor de las moscas; uno de los clásicos de William Golding que leí hace ya un par de años me hace contrastar inmediatamente la situación que vivimos en Colombia.
Cuando Simón se adentra en sus alucinaciones y siente que la bestia está cerca, cada vez más cerca… y de repente ésta le replica de frente y en su cara: “que la bestia y la maldad somos nosotros mismos bañados en un espiral de cánticos y muerte.”
Nuestra maldad se hace más notoria cuando vamos a ejercer el derecho del voto (y eso llegando tarde) mientras entramos rezando por nuestro candidato predilecto.
Basándonos en esos profundos análisis semióticos de memes, tweets, entrevistas de radio y televisión.
Y salimos relucientes a fotografiar el certificado electoral para recordar el acto de lucidez que acabamos de tachar.
Pero más malvados nos volvemos, cuando compartimos esos análisis socráticos con los niños en la cena.
Y ellos en su colegio difunden y defienden parados en el puesto y a muerte lo que dijo su papá en casa: Es que ese tal por tales nos dejará sin comida… o esa marioneta nos dará 4 años más de lo mismo.
En ese preciso instante en que ellos reproducen nuestros lustrosos análisis de redes sociales y noticieros, nos convertimos en un meme más, en un propulsor de la maldad.
Pero más malvado soy yo sino digo nada.
La política y los niños no son una bomba de tiempo que explota cuando se cumple la mayoría de edad o cuando les dan la contraseña.
De hecho, la política es más simple de lo que se cree, que bastaría decir que proviene del griego polis=ciudad.
Que su significado apunta a la organización ciudadana, a la manera de tomar decisiones y concretar acciones pensando en los demás…y en toda hermosa deducción griega.
Por eso desde pequeño a su hijo permítale tomar decisiones y asumir las consecuencias de las mismas. No le de miedo.
Déjelo explorar y siempre refuerce que debe tomar un camino bajo sus propios razonamientos.
Porque las tendencias políticas están hoy en día representadas tan fuertemente que los menores las adoptan, mas no las entienden y quizás, tampoco las comparten o compartirán correctamente en un futuro cercano.
No deje que la maldad crezca.
Cuando él tome decisiones, respételas sin importar si está equivocado o no; más bien analice junto con el todas las posibilidades y los errores que se cometen en el proceso.
Trate de hacerlo con algo de lucidez esta vez, investigue, busque otras fuentes de información.
Siempre ante las decisiones ayúdele a anteponer al otro.
Somos una sociedad educada pensando persistentemente en nosotros mismos.
Más no nunca en el compañero, el amigo, el vecino o el prójimo.
Por eso somos violentos y seguimos aún en el siglo XXI en ese espiral de cánticos y muerte como dice Golding.
Fortalezca su análisis y discurso con situaciones de la vida cotidiana.
Llévelo a conocer esos duros contextos de la realidad misma en que vivimos. No está lejos. No le mienta, no le vende los ojos.
Solo así usted formará a un elector ético y ciudadanamente culto, el cual tendrá una capacidad más lúcida para votar.
No le de miedo. A pesar de que deliberar en política por estos días es pensar en maldad.
Formar a nuestras niñas y niños con pensamiento crítico es un acto político.
Educar para pensar es un acto político.
Fabián Fajardo
Teacher
Colegio Gimnasio Campestre Los Laureles Bilingüe
GCL
Next post